En la génesis del proyecto «Lux Sacra», liderado por el naturalista y divulgador José Miguel Navarro, y el Cineasta Eduardo de la Cruz, yace la fascinación eterna que ha tenido la humanidad por la luz, ese elemento primordial que ha guiado el pensamiento, la espiritualidad y la arquitectura desde los albores de nuestra especie. La obra nos sumerge en un profundo análisis sobre cómo la luz, en sus múltiples manifestaciones y simbolismos, ha sido la piedra angular en la relación del ser humano con el cosmos y lo divino a través del entorno natural que lo rodea.
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Tabla de contenidos
Lux Sacra, el sol como eje de vida y conocimiento
La veneración del sol como divinidad suprema es una constante universal arraigada en lo más profundo de las creencias humanas. Desde la prehistoria, el sol ha ocupado un lugar central en nuestra existencia, no solo como fuente de vida e iluminador de nuestros días, también como marcador del paso del tiempo a través de los ciclos naturales. Esta primitiva relación con la luz evolucionó hacia un pensamiento abstracto que predispuso al ser humano hacia la espiritualidad.
Desde las civilizaciones antiguas hasta nuestros días, el astro rey ha marcado el ritmo del tiempo por medio de las estaciones. Este entendimiento primordial nos lleva a considerar la luz no solo en su aspecto físico, también como una entidad metafísica capaz de conducirnos hacia la espiritualidad y al anhelo humano por lo trascendente.
La luz en la historia y la espiritualidad: Un lenguaje universal de fe y misterio
A lo largo de la historia, la humanidad ha dirigido su devoción hacia la luz, utilizando su presencia o ausencia para narrar historias de fe, milagro y misterio. En las sombras de los antiguos templos, la luz se convierte en el pincel con el que se dibujan las creencias y esperanzas de una civilización. Es aquí donde la física de la luz se entrelaza con la metafísica, revelando no solo conocimientos ocultos, también profundizando en nuestra conexión con lo divino.
La transmisión de este conocimiento ha sido un desafío constante, especialmente cuando la documentación escrita es inexistente. Los misterios que se desvanecen en el silencio de los claustros y las antiguas naves de piedra son testimonios mudos de una sabiduría que, aunque perdida en el tiempo, sigue resonando en aquellos que buscan comprender la esencia de nuestra relación con el cosmos.
Lux Sacra, una ventana a nuestro pasado Prehistórico
Observación celestial: El amanecer de la conciencia humana
La relación del hombre prehistórico con los astros y su entorno natural marcó el inicio de una travesía intelectual y espiritual sin precedentes. La capacidad de observar, interpretar y utilizar los fenómenos celestes no solo demuestra la habilidad para orientarse en el mundo físico, supuso también la aparición del pensamiento complejo. Este despertar de la conciencia transformó la supervivencia en una experiencia rica en simbolismo y significado, donde cada observación del cielo nocturno se convertía en una lección sobre el cosmos y el lugar que el hombre ocupaba en él.
La observación de fenómenos cíclicos, como el movimiento del sol y las fases de la luna, fue el primer paso hacia la conceptualización del tiempo. Este calendario natural no solo dictaba el ritmo de las actividades diarias y estacionales, también se entrelazaba con el desarrollo de rituales y ceremonias que buscaban entender o influir en los misterios del universo. La capacidad para calcular el tiempo se convirtió en una herramienta poderosa, forjando un vínculo indisoluble entre el hombre y los ritmos cósmicos.
A menudo subestimamos el impacto que la observación de la naturaleza ha tenido en la evolución de nuestra especie. La habilidad para reconocer patrones, prever cambios estacionales y adaptar comportamientos ha sido esencial en el desarrollo humano. Este vínculo profundo con el entorno es un testimonio de la curiosidad innata y la capacidad de asombro que han impulsado el progreso cultural y tecnológico a lo largo de los milenios. Tradicionalmente, se ha tendido a asociar el uso intencionado de la luz con periodos artísticos y arquitectónicos recientes; sin embargo, nuevos descubrimientos sugieren que estas prácticas tienen orígenes mucho más antiguos. Este planteamiento amplía nuestra percepción de la historia del arte y la espiritualidad, evidenciando que la relación entre la luz y lo sagrado es tan antigua como la humanidad misma.
Lux Sacra: Rescatando sabiduría ancestral
El propósito de «Lux Sacra» es rescatar y decodificar estos mensajes ancestrales, explorando cómo la luz ha sido utilizada para transmitir conocimiento a través de los milenios. Por medio de una meticulosa investigación y la colaboración de expertos en diferentes disciplinas, el proyecto ha logrado desentrañar aspectos hasta ahora poco explorados del uso simbólico, litúrgico y funcional de la luz en espacios sacralizados.
El estudio y la reinterpretación de estos fenómenos luminosos, especialmente nos ofrece una ventana única a la cosmovisión de nuestros ancestros. La luz, en este contexto, no es solo un elemento estético; es un símbolo de lo sagrado, un vehículo para la experiencia espiritual a la vez que un lenguaje universal que trasciende barreras temporales y culturales.
Considerando la luz desde una perspectiva litúrgica y funcional, nos enfrentamos a la magnitud de su importancia en rituales y prácticas espirituales. La orientación de los templos y las iglesias hacia el amanecer no es un mero capricho arquitectónico, es una manifestación física de la creencia en la resurrección y en el renacimiento constante de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte.
Este diálogo perpetuo entre luz y oscuridad se refleja en la frase del pensador, jurista, político e historiador francés Alexis de Tocqueville: «Cuando el pasado ya no ilumina el futuro, el espíritu camina en la oscuridad.» En nuestra búsqueda por descifrar el lenguaje de la luz, nos encontramos no solo reconectando con nuestro pasado ancestral, sino también iluminando caminos hacia futuros entendimientos de nuestra ubicación en el universo.
En última instancia, la exploración de la luz en contextos sagrados y ancestrales nos desafía a considerar cómo nuestras interpretaciones y usos de este fenómeno universal continúan moldeando nuestra experiencia espiritual y cultural. La luz, en su esencia más pura, sigue siendo una fuente inagotable de inspiración, misterio y revelación, invitándonos a mirar más allá de lo visible, hacia lo infinitamente sublime.
Equinoccios y solsticios: Puntos clave en el calendario ancestral
La inclinación del eje de la Tierra nos brinda las estaciones, cada una de ellas marcando un capítulo único en el ciclo de la vida. Esta característica es fundamental para la existencia de la agricultura y, por ende, para el desarrollo de las civilizaciones. La fuerte veneración que nuestros ancestros tenían por el equinoccio de primavera, momento en el que la naturaleza renace, subraya la profunda conexión entre los ciclos naturales y la espiritualidad humana.
Los equinoccios marcan el inicio de las cosechas en primavera y su recogida en otoño. Estas fechas no solo son cruciales para la subsistencia, sino que también poseen un importante significado simbólico. Aunque el solsticio de invierno, con su promesa de renacimiento y la simbólica victoria de la luz sobre la oscuridad, se destaca como el evento astronómico más relevante en la prehistoria. La orientación de estructuras como los dólmenes hacia el solsticio de invierno demuestra la antigüedad y universalidad de estas prácticas, que no se limitan a una época o cultura específica. Estos eventos, son testimonio de una cosmovisión global compartida, independientemente del avance astronómico de la cultura.
El descubrimiento de representaciones solares similares en diferentes partes del mundo a pesar de la vasta distancia existente entre las distintas culturas, sugiere la existencia de un código universal. Una similitud que nos lleva a reflexionar sobre la teoría del subconsciente colectivo, proponiendo que, en nuestras raíces más profundas compartimos una base común de interpretación y representación del mundo natural.
La importancia de la cuenca del Vero: El primer asoleo documentado del mundo
La Cuenca del Vero, con su rica colección de arte rupestre, emerge como un testimonio de la conexión humana con el entorno natural y los ciclos astronómicos. La orografía de esta región ha conservado espacios que ofrecen una cápsula del tiempo, permitiéndonos vislumbrar la vida de nuestros ancestros nómadas en busca de refugio, agua y caza. La coincidencia de representaciones artísticas, como las manos en las cuevas, a lo largo de diferentes épocas y culturas, refuerza la idea de una herencia compartida y una curiosidad innata por comprender y marcar nuestro lugar en el cosmos.
Este análisis subraya la continuidad y la evolución de unas prácticas y creencias en torno a la luz y los eventos astronómicos, desde la prehistoria hasta la actualidad. El reconocimiento de estos patrones universales nos acerca tanto a una comprensión más profunda de nuestra propia naturaleza, como a la eterna conexión con el universo que nos rodea. La observación del cielo, lejos de ser una mera cuestión de supervivencia, ha sido siempre una fuente de inspiración, aprendizaje y espiritualidad.
Entre los hallazgos más significativos en el estudio de la luz en contextos ancestrales se encuentra el asoleo paleolítico de la cueva del Trucho, en la cuenca del río Vero, en la provincia de Huesca. Este lugar, donde la luz equinoccial ilumina específicamente el grabado de un oso, demuestra la importancia simbólica que nuestros ancestros otorgaban a determinados fenómenos lumínicos. El oso, un animal totémico que simboliza la conexión entre los vivos y los muertos, y la elección concreta de este momento lumínico, nos hablan de una sofisticada interpretación del mundo natural, junto a una profunda espiritualidad.
Lux Sacra, la luz que alumbra el románico
La cultura romana era conocida por su sincretismo, asimilando gran parte de las costumbres y tradiciones de los pueblos que iba conquistando, una tradición que también recoge el cristianismo una vez se convierte en la religión oficial del imperio, recogiendo por el camino creencias judías, íberas o celtas. Como no podía ser de otra forma, el arte románico recoge también la tradición de alinear sus edificaciones con la luz, eligiendo para ello emplazamientos sagrados con miles de años de antigüedad.
El diseño arquitectónico y la conducción de la luz
En los templos románicos la luz natural accede a través de los vanos de una manera ajustada al espacio, lo hace a través de los abocinamientos, de los derrames o de los planos inclinados de los alféizares. Unos y otros se ajustan con una obsesión milimétrica para conducir la luz hacia el lugar deseado.
La luz, como metáfora vital, se ve reflejada en la mayoría de las culturas antiguas, tradición que el cristianismo adopta y reinterpreta. La celebración del nacimiento de Cristo durante en el solsticio de invierno es un claro ejemplo de cómo se reconfiguran los símbolos para encajar en nuevos contextos religiosos y culturales, manteniendo la luz como un elemento central en las prácticas rituales. La orientación de los templos y las iglesias, siguiendo patrones astrales como solsticios y equinoccios, subraya la profunda conexión entre la arquitectura sagrada y el cosmos. El cristianismo introduce una variante significativa al enfocarse no solo en eventos astrales, sino también en fechas asociadas a los santos, ampliando la complejidad en la interpretación de estas orientaciones. Una práctica que destaca la evolución de los fenómenos lumínicos y su papel en la transmisión de creencias y conocimientos a través del tiempo.
Creación de espacios para la espiritualidad: La relación entre el edificio y el universo
La concepción de la luz como sinónimo de bien y la oscuridad como representación del mal ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia, permeando en la cultura europea hasta la llegada de la Ilustración. Esta dicotomía refleja cómo nuestras interpretaciones culturales y religiosas han utilizado la luz y la oscuridad para simbolizar la eterna lucha entre el bien y el mal.
La orientación de los edificios sagrados hacia el este para capturar la luz del amanecer, no es solo una elección arquitectónica, sino también una expresión profunda de creencias religiosas. Esperar que el sol, simbolizado por Cristo, resurja del inframundo cada día es un acto de fe en el ciclo de muerte y resurrección, sin duda uno de los pilares fundamentales del cristianismo.
La lucha entre la luz y la oscuridad, la lucha entre el bien y el mal
La concepción de la luz como sinónimo de bien y la oscuridad como representación del mal ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia, permeando la cultura europea hasta la llegada de la Ilustración. Esta dicotomía refleja cómo nuestras interpretaciones culturales y religiosas han utilizado la luz y la oscuridad para simbolizar la eterna lucha entre el bien y el mal.
La orientación de los edificios sagrados hacia el este para capturar la luz del amanecer, no es solo una elección arquitectónica, sino también una expresión profunda de creencias religiosas. Esperar que el sol, simbolizado por Cristo, resurja del inframundo cada día es un acto de fe en el ciclo de muerte y resurrección, sin duda uno de los pilares fundamentales del cristianismo.
Lux Sacra, el desafío de documentar la luz en el arte sacro
La complejidad de capturar fenómenos lumínicos
La realización del documental «Lux Sacra» ha sido una tarea monumental, llena de desafíos técnicos y logísticos, liderada por José Miguel Navarro y Eduardo de la Cruz. Debido a la naturaleza dinámica y efímera de los fenómenos lumínicos, capturar estos momentos, que a menudo ocurren solo una vez al año, ha requerido una planificación meticulosa y una paciencia extraordinaria, especialmente dada la influencia de factores incontrolables como el clima.
El proyecto ha sido no solo una aventura en el sentido de descubrimiento y aprendizaje, sino también un ejercicio de innovación, creando términos y conceptos para describir fenómenos hasta ahora poco o nada documentados. Este viaje por redescubrir y valorar nuestro patrimonio lumínico y espiritual subraya la importancia de mirar nuevamente y con mayor atención a las tradiciones y conocimientos que han configurado nuestra relación con el espacio sagrado y el cosmos.
Este análisis revela la profundidad y la complejidad de cómo la luz ha sido utilizada para definir, enriquecer y simbolizar nuestra conexión espiritual con el universo. Desde la creación de espacios que fomentan la intimidad con lo divino, hasta la interpretación simbólica de la luz y la oscuridad en nuestro ethos colectivo, la luz continúa siendo una fuente de inspiración y revelación en la búsqueda humana por entender nuestra existencia y el mundo que nos rodea.
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